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España - 22ª parte
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os principales fenómenos del s. XVI español fueron la extensión del humanismo y el creciente auge de la lengua castellana, que comenzó a expandirse tras la introducción de la imprenta en la Península. Ya en 1492 se había publicado la primera gramática castellana, cuyo autor fue Antonio de Nebrija.
El poeta toledano Garcilaso de la Vega y su colega Juan Boscán Almugáver fueron los primeros que impregnaron la poesía española de formas italianizantes, heredadas de poetas latinos como Petrarca. Durante muchos años las obras de Boscán y de Garcilaso fueron publicadas conjuntamente, hasta que este último se convirtió en un clásico, sobre todo a partir de la aparición de sus Églogas. Al mismo tiempo que las tendencias italianas cobraban fuerza en algunos poetas españoles, otros, como Cristóbal de Castillejo y Antonio de Villegas, se aferraron a las formas tradicionales oponiéndose a las innovaciones.En la segunda mitad del s. XVI la literatura española se presentó a través de dos estilos definidos: la escuela sevillana, encarnada en las obras de Fernando de Herrera, Baltasar del Alcázar, Francisco de Medina y Pablo de Céspedes, y la escuela salmantina, cuyo principal protagonista fue fray Luis de León. De ascendencia judía, fray Luis de León ingresó en la Orden Agustina; algunos de sus escritos, así como su traducción del Cantar de los Cantares, le acarrearon cinco años de reclusión en los calabozos de la Inquisición. En prosa escribió La perfecta casada y la Exposición del Libro de Job, entre otros.
De la escuela salmantina también formaron parte Malón de Chaide, Arias Montano y Francisco de la Torre. Dentro de la narrativa destaca la aparición del género picaresco con el Lazarillo de Tormes, una obra anónima que fue publicada en tres ediciones separadas (Burgos, Alcalá, Amberes) en 1554. Este es también el momento en que surgen las obras de mística y ascética escritas por fray Luis de Granada (Guía de Pecadores), Santa Teresa de Jesús (Vida, Castillo interior o Las moradas) y San Juan de la Cruz (Noche oscura del alma y Llama de amor viva). El teatro español de los ss. XVI y XVII es uno de los más vitales en toda Europa.Durante el s. XVI los autores dramáticos fueron adquiriendo nuevas técnicas que volcaron en la comedia y en los autos sacramentales (representaciones alegóricas de temas religiosos). A mitad de siglo eran muchas las compañías de teatro que deambulaban de región en región presentando sus espectáculos; hacia finales de la centuria la gran mayoría de las ciudades y pueblos contaban con sus «corrales», locales descubiertos destinados a las representaciones teatrales.
Gil Vicente, un dramaturgo portugués, que, no obstante, escribía también en castellano, fue uno de los autores más destacados en la primera mitad del s. XVI (Auto pastoril castellano, Auto dos quatro tempos, Trilogía de las Barcas). Bartolomé de Torres Naharro fue el otro gran dramaturgo de esa época; de su producción destacan sus «comedias a fantasía» y sus «comedias a noticia». En la segunda mitad del siglo surgieron las figuras de los dramaturgos Lope de Rueda (Eufemia, Los engañados) y Juan de la Cueva (Tragedia de los siete infantes de Lara, Comedia de la muerte del rey don Sancho y reto de Zamora). Con las obras de estos dos autores se inició la tradición de los «corrales».Los tres grandes poetas españoles del s. XVII fueron Luís de Góngora y Argote, Lope Félix de Vega y Carpio, y Francisco de Quevedo y Villegas. Mientras la poesía de Góngora se caracterizó por el culteranismo (Soledades y Fábula de Polifemo y Galatea), la de Lope de Vega recogió también algunos aspectos de esa corriente, aunque conservó las formas sencillas de la poesía tradicional (Rimas humanas, Rimas sacras). Por su parte, Quevedo fue el protagonista del conceptismo a través de sus creaciones impregnadas de temas como el amor y la muerte (Las tres musas últimas castellanas).
Miguel de Cervantes Saavedra, autor de El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, marcó con sus escritos novelados el inicio de la moderna novela española
Por su parte Tirso de Molina aportó al teatro de su siglo destacadas obras como El burlador de Sevilla y convidado de piedra. Finalmente, la obra de Pedro Calderón de la Barca, integrada por más de 120 comedias y alrededor de 80 autos sacramentales, cerró la producción teatral del s. XVII dejando tras de sí una de las épocas más brillantes de la escena española. Algunas de las obras de Calderón de la Barca son: El mágico prodigioso, El alcalde de Zalamea y La vida es sueño.
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